martes, 24 de abril de 2007
ALOCUCION DE PROF. GODOY (*)
Señor rector,
señor senador,
colegas catedráticos,
queridos alumnos,
señoras y señores,
amigas y amigos:
Apenas un instante para manifestar adhesión a la doctrina pedagógica que, con tanta brillantez como brevedad, expuso José Antonio Gómez.
Agradecer los benévolos comentarios que formulara el rector Carlos Merino en torno a mis obras “Libro negro de nuestra educación”, “Revolución en la educación” y “Nacionalidad y educación”.
No sólo agradezco presentar los mencionados textos, sino el patrocinio de la Universidad Arturo Prat a mi postulación al Premio Nacional de Ciencias de la Educación.
Esta magna asamblea constituye un hito histórico. Por vez primera opinan sobre el dicho galardón sectores ciudadanos. Yo no podrá conferirse entre cuatro murallas. De un modo u otro el H. Jurado debe considerar la opinión de las bases discipulares y magisteriales.
Desde otro ángulo, el estamento estudiantil representado por John Swears, me confiere la Orden al Mérito Docente “Pedro Aguirre Cerda”. Es otro hecho trascendente. Nace una Orden que equivale a aquella del Ministerio de Educación que exalta a Gabriela Mistral.
¡Qué magnífico escoger a este notable criollo como emblema de una Orden que destaca la labor de aula!
Por favor, archivemos la imagen del estadista y del Presidente de la República para evitar que opaquen la figura del educador.
De todos los que alcanzan la jefatura del Estado el único que ostenta el rango de profesor. El diploma lo obtiene en el Instituto Pedagógico de la Casa de Bello.
Después, es cierto cursa Derecho. Incluso en esa esfera académica se presentan inquietudes pedagógicas. Tanto así que la tesis para obtener la licenciatura en Ciencias Jurídicas versa sobre “La instrucción secundaria”.
Este galvano con que se me enaltece homenajea a un ciudadano que, como parlamentario, se juega por la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria. Luego impulsará la educación tecnológica a través de los Talleres Nacionales Escolares. No es todo -con el apoyo del rector Juvenal Hernández de la Universidad de Chile- funda la Facultad de Economía y es su primer decano.
Asume la primera magistratura agitando el lema “Gobernar es educar” de Valentín Letelier y vigoriza el Estado docente que concibe como garantía de igualdad de oportunidades, fragua de los estratos medios, herramienta de fomento de la meritocracia y aval de servicio gratuito.
Esto no es todo un par de decenios antes ha publicado “El problema agrario” y “El problema industrial”. En ambos textos reitera la urgencia de una educación para el desarrollo económico, es decir, preparar tecnólogos que contribuyan a superar el atraso.
Por esto analizo la obra y el discurrir de Pedro Aguirre Cerda en “Revolución en la educación” y también en “Nacionalidad y educación”.
Lo que me resulta inaceptable es lo siguiente: jamás se le menciona -quizás por siutiquería- en las Facultades de Educación. Esas entidades viven de espalda a lo propio e hipnotizadas por lo foráneo. Lo propio es evaluado “demodé” u “ordinario”. Lo europeo y norteamericano es lo actualizado y “fino”.
Por tal motivo en aquellos centros de preparación magisterial se ignora a Aguirre Cerda que teoriza sobre educación y enseña no sólo en Derecho y Economía, sino también en el Liceo “Barros Borgoño” y el Instituto Nacional.
Por eso, como sentencia José Martí, “Honrar, honra” y la Universidad Arturo Prat y el recoletano Centro de Alumnos encabezado por John Swears se honran al destacar el egregio chileno como inspirador de una educación innovadora.
Yo enarbolo este galvano como bandera de rebelión contra el modelo neoliberal. Se puede admitir que en lo económico ha sido exitoso, pero en lo escolar es funesto. Convierte la docencia en mercancía, a los alumnos en clientes, a los profesores en mercenarios, los certificados, títulos y grados en artículos que se transan el mercado acorde a la ley de la oferta y la demanda. Así lo denuncio en “Libro negro de nuestra educación”.
Tres vertientes centrales derivan de lo expuesto. Una es la democratizadora, la otra la tecnologizadora y la tercera la nacionalizadora.
La democratizadora sólo puede garantizarla el Estado. Poco se obtiene recuperando la democracia en lo jurídico y político, si no se impone en lo socioescolar. La privatización vulnera nuestro derecho público, pues desde 1811 las Cartas anotan “la educación es atención preferente del Estado” ¿Qué igualdad de oportunidades se brinda con Municipios opulentos y otros menesterosos? Sin embargo, la municipalización sobrevive de 1990 a la fecha.
La estructura escolar es despanzurrada por la estrategia neoliberal impuesta por el régimen inaugurado en 1973 y conservado por la Concertación de 1990 en adelante. De yapa: una Reforma fracasada que es plagio de otra del Viejo Mundo.
En ese paisaje se asesina la democracia en la cuna misma al separar ya en la infancia y la adolescencia a la chilenidad de acuerdo con la extracción socioeconómica. Así resignados hemos tolerado como algo normal la existencia de establecimientos para los hijos de la “gente linda”, otros para los vástagos del “medio pelo” y los terceros –verdaderos leprosarios- para los retoños del mundo “flaite”.
Lo anotado –de un modo u otro- es el mensaje subyacente del film “Machuca”. Muy distinto a aquella escuela pública que integra en un aula “al hijo del taller y al hijo del palacio” como en un crisol de chilenidad. Lo otro significa establecimientos escolares de la República de La Dehesa, de la República de Las Condes, de la República de Vitacura…
Dígase claro –sin dobleces y a rostro descubierto- exigimos planteles de la República de Chile. Lo otro no es democracia, sino una monstruosidad atentatoria al principio de la integración nacional. Este sistema legitima la ruptura de nuestra sociedad no solo en clases, sino hasta en razas.
Favorecemos –y esto lo afirma Pedro Aguirre Cerda y lo fundamento en mi obra “Nacionalidad y educación”- una estructura escolar que sea gigantesca retorta emulsionadora de la población. No somos ingenuos. Se sabe que no suprimiremos las clases, pero al menos se brindará igualdad de oportunidades a los educandos. Ello para evitar que existan tres Chiles hoy separados y quizás mañana enfrentados.
Comienza la hora del rescate de la educación pública. Ya no podemos continuar aceptando que sea fuente de lucro. Anhelamos que sea un servicio. No pedimos nada nuevo. Apenas exigimos se nos reintegre lo que el país siempre tuvo.
La vertiente dos –tecnologizadora- se refiere a la profesionalización temprana. Así el país a nivel de los 18 a 20 años tendrá un contingente de cerebros entrenados y mano de obra calificada. Esta es una educación para la acción y no para la abulia, para el constructivismo y no para el divagar. Se apetece un aula que ataje el Síndrome de la Lata Profunda que abre la puerta a la depresión y a la droga. Tendrá que incluir una Ley de Educación Tecnológica Obligatoria, según lo explico en “Revolución en la educación”.
La tercera vertientes es la nacionalizadora. Se concibe el plantel como trinchera de defensa y cultivo de la identidad en oposición a una globalización que encubre la bulimia imperialista. Sin duda, aprovechemos lo óptimo del mundialismo, pero –al mismo tiempo- evítese convertirnos en marionetas del imperio.
Nada mejor para comprender lo expresado que la parábola de Gandhi: “una república debe poseer hondo cimiento y sólidos muros. Coronándola, amplios ventanales. Por ellos que penetren las brisas del ancho mundo… vivifican. Sin embargo, protejámosla de los huracanes… arruinan”.
Un solo ejemplo. La doctrina Bitar insiste en convertirnos en país bilingüe y hasta trilingüe. Esto en medio de un analfabetismo funcional avasallante. Si apenas manejamos el Castellano oral y gráfico y … enseñar Inglés y Chino Mandarín. Por favor, primero lo propio y después lo ajeno. “La caridad comienza por casa”.
Esta triple campaña no es fácil. Diría es difícil, dificilísima. Sin embargo, no es imposible de cristalizar. Lo que se requiere, tanto como empuje, es imaginación pedagógica. Tal es el medio para implementarse una reingeniería del sistema.
Esta tarea –ya se advirtió- es titánica. Chocaremos con el escepticismo de no pocos colegas atrapados por el conformismo, el arribismo o el consumismo, pues se han convertido en ganapanes. Sin embargo, en enfrentar las dificultades y vencerlas está el encanto de vivir. En la tarea por una docencia democratizadora, tecnologizadora y nacionalizadora -como el Cid Campeador- nos acompaña Pedro Aguirre Cerda.
Señor senador, nuestra gratitud por su palabra.
Señor rector, gratitud por comentar mi trilogía.
A la Universidad Arturo Prat gratitud por patrocinar mi postulación al Premio Nacional de Ciencias de la Educación.
Mi gratitud al Centro Recoleta -encabezado por el coordinador Gustavo Galarce- cuyo clima de cordial pluralismo fomenta el diálogo, la reflexión, la investigación y la escritura.
Mi gratitud al Centro de Alumnos presidido por John Swears por el galardón instituido en homenaje al ilustre chileno cuya obra he reseñado.
Mi gratitud a los diplomáticos que representan a Argentina, Bolivia y Perú. Ellos otorgan, con su presencia, envergadura suramericana a este evento.
Mi gratitud a todos los amigos, colegas y discípulos que hoy me acompañan, De modo particular los que viajaron desde fuera de la Capital.
A todos y cada uno como retribución por el afecto una moneda no por gastada menos reluciente y valiosa… es el mágico vocablo: ¡gracias!
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(*) Acto público en Sala América de Biblioteca Nacional. Santiago de Chile. 16.03.07.